domingo, 3 de agosto de 2014

Bajo la misma estrella: Capitulo 8



CAPITULO 8

Tuvimos un gran Reunión del Equipo de Cáncer un par de días después. De vez en cuando, unos cuantos doctores, trabajadores sociales, terapeutas físicos y cualquier otro se reúnen alrededor de una gran mesa en un salón de conferencias y discuten mi situación. No la situación de Augustus Waters ni la situación de Ámsterdam. La situación del cáncer. La Dra. María d...irigió la reunión. Me abrazó cuando llegué allí. Era una abrazadora. Me sentía un poco mejor, supongo. Dormir con el BiPAP toda la noche hacía que mis pulmones se sintieran casi normales, sin embargo, nuevamente, realmente no recordaba unos pulmones normales. Todo el mundo llegó allí e hicieron una gran demostración de voltear páginas y eso así que to d o se ría so b re m í, y luego la Dra. María dijo:
—Entonces las grandes noticias son que el Phalanxifor continúa controlando el crecimiento del tumor, pero obviamente todavía seguimos viendo serios problemas con la acumulación de fluidos. Así que la pregunta es, ¿cómo deberíamos proceder? — Y entonces sólo me vio, como si estuviera esperando una respuesta.
—Um —dije—, ¿siento que no soy la persona más indicada en este salón para responder esa pregunta? — Sonrió.
—Cierto, estaba esperando por el Dr. Simons. ¿Dr. Simons? —Él era otro doctor del cáncer de algún tipo.
—Bueno, sabemos por otros pacientes que la mayoría de los tumores eventualmente desarrollan una forma de crecer a pesar del Phalanxifor, pero si ese fuera el caso, hubiéramos visto el tumor crecer en los escaneos, lo que no es así. Así que no es eso todavía. Todavía , pensé. El Dr. Simons daba golpecitos a la mesa con su dedo índice. —Pensamos en general que posiblemente el Phalanxifor está empeorando el edema, pero enfrentaríamos problemas mucho más serios si descontinuamos su uso.
La Dra. María añadió: —Realmente no entendemos los efectos a largo plazo del Phalanxifor. Muy pocas personas han estado bajo sus efectos como tú.
—¿Entonces no vamos a hacer nada?
—Vamos a seguir con el curso —dijo la Dra. María—, pero necesitaremos impedir que el edema crezca. –Me sentía un poco enferma por alguna razón, como si fuese a vomitar. Odio las Reuniones del Equipo de Cáncer en general, pero odiaba esta en particular—. Tu cáncer no se va a ir, Hazel. Pero hemos visto a personas con tu nivel de penetración de tumor vivir por un largo tiempo. —No pregunté que constituía un largo tiempo. Había cometido ese error antes—. Sé que con el haber salido de la UCI, no se siente de esa manera, pero este fluido es, al menos por el momento, manejable.
—¿No puedo recibir un trasplante de pulmón o algo así? —pregunté. Los labios de la doctora María se contrajeron en su boca.
—No serías considerada como una candidata fuerte para un trasplante, desafortunadamente —dijo ella. Lo entendí: es inútil desperdiciar buenos pulmones en un caso sin esperanzas. Asentí, tratando de hacer ver como si el comentario no me hirió. Mi papá comenzó a llorar un poco. No lo miré, pero nadie dijo nada por un largo momento, así que su gimoteo era el único sonido en el salón.
Odiaba herirlo. La mayoría de las veces, podía olvidarme de ello, pero la inexorable verdad es esta: Ellos podrían estar felices de tenerme alrededor, pero yo era el alfa y el omega del sufrimiento de mis padres. Justo antes del Milagro, cuando estaba en la UCI y parecía que iba a morir y mi mamá me estaba diciendo que estaba bien si me iba, y yo estaba tratando de irme, pero mis pulmones seguían buscando aire, mamá sollozó algo en el pecho de papá que deseo no haber escuchado, y que espero que nunca sepa que escuché.
Dijo: —No seré nunca más una mamá —Me destruyó gravemente. No pude dejar de pensar en eso durante toda la Reunión del Equipo de Cáncer. No podía sacármelo de la cabeza, como sonó cuando lo dijo, como si nunca fuera a estar bien, lo cual probablemente era así. Como sea, eventualmente decidimos mantener las cosas iguales sólo con más drenajes de fluidos frecuentes. Al final, pregunté si podía viajar a Ámsterdam, y el Dr. Simons realmente y literalmente se rió, pero luego la Dra. María dijo:
—¿Por qué no? —
y Simons dijo, dudosamente: —¿Por qué no?
Y la Dra. María dijo: —Sí, no veo por qué no. Tienen oxígeno en los aviones, después de todo.
El Dr. Simons dijo: —¿Van a dejar pasar un BiPAP? —
y María dijo: —Sí, o tendrán uno esperando por ella.
—¿Complacer a una paciente, una de las más prometedoras sobrevivientes del Phalanxifor, nada menos, con un vuelo de ocho horas sin los únicos médicos que íntimamente están familiarizados con su caso? Es una receta para el desastre. La Dra. María se encogió de hombros.
—Incrementaría algunos riesgos —reconoció, pero luego se volvió hacia mí y dijo—: Pero es tu vida. Excepto que no lo era realmente. En el carro de vuelta a casa, mis padres estuvieron de acuerdo: no iría a Ámsterdam al menos hasta que hubiera un acuerdo médico de que estaría a salvo. Augustus llamó esa noche después de la cena. Ya estaba en cama, después de la cena se había convertido en mi hora de dormir por el momento, apoyada con una almohada y millones de almohadas, y también mi oso Bluie, con mi ordenador en mi regazo. Contesté, diciendo: —Malas noticias
—y él dijo: —Maldición, ¿qué?
—No puedo ir a Ámsterdam. Uno de mis doctores piensa que es mala idea. Estuvo callado por un momento.
—Dios —dijo el—. Debí simplemente haberlo pagado por mí mismo. Debía haberte llevado directo de los Huesos Funky a Ámsterdam.
—Pero entonces yo habría tenido un probable episodio fatal de desoxigenación en Ámsterdam, y mi cuerpo tendría que haber sido enviado de vuelta en la bodega de carga de un avión —le dije.
—Bueno, sí —dijo él—. Pero antes de eso, mi gran gesto romántico me hubiera hecho tener sexo. Me reí muy fuerte, lo suficientemente fuerte que sentí donde el tubo del pecho había estado.
—Te ríes porque es verdad —dijo él. Me reí de nuevo. —¡Es verdad, no es así!
—Probablemente no —dije, y luego después de un momento añadí— sin embargo nunca sabes. Él se quejó en miseria.
—Voy a morir virgen —dijo.
—¿Eres virgen? —pregunté, sorprendida.
—Hazel Grace —dijo—, ¿tienes un bolígrafo y un pedazo de papel? —dije que lo tenía—. Bien, por favor dibuja un círculo. —Lo hice—. Ahora dibuja un círculo más pequeño dentro de ese círculo. —Lo hice—. El círculo grande son los vírgenes. El círculo más pequeño son los chicos de diecisiete años con una sola pierna. Me reí de nuevo, y le dije que teniendo la mayor parte de tus compromisos sociales produciéndose en un hospital de niños tampoco alientas la promiscuidad, y luego hablamos acerca del increíblemente brillante comentario de Peter Van Houten acerca de la cachondez del tiempo, y aunque estaba en la cama y él estaba en el sótano, realmente se sentía como si estuviéramos en un tercer espacio inexistente, el cual era un lugar que en realidad me gustaba visitar con él. Luego colgué el teléfono y mi mamá y mi papá vinieron a mi cuarto, y aunque no era lo suficientemente grande para los tres, se acostaron al lado de la cama y vimos ANTM en la pequeña televisión de mi cuarto. La chica que no me gustaba, Selena, fue expulsada, lo cual me hizo feliz por alguna razón. Luego mi mamá me conectó al BiPAP y me arropó, y mi papá me besó en la frente, con todo y barba, luego cerré mis ojos. El BiPAP esencialmente me quitó el control de mi respiración, lo cual era intensamente molesto, pero lo genial acerca de ello era que hacia todo este ruido, estridente con cada inhalación y zumbando mientras exhalaba. Me mantuve pensando que sonaba como un dragón respirando conmigo, como si tuviera este dragón de mascota que se acurrucaba junto a mí y se preocupaba lo suficiente acerca de mí para acompasar su respiración con la mía. Estaba pensando en eso a medida que me hundía en el sueño.

Me levanté tarde esa mañana. Vi televisión en la cama y comprobé mi correo y después de un rato comencé a elaborar un correo para Peter Van Houten acerca de cómo no podía ir a Ámsterdam pero juraba por la vida de mi madre que nunca compartiría ninguna información acerca de los personajes con nadie, que ni siquiera quería compartirlo, porque era una persona terriblemente egoísta, y si podía decirme por favor si el Hombre Holandés del Tulipán va en serio y si la mamá de Anna se casa con él y también acerca de Sisyphus el Hámster. Pero no lo envíe. Era demasiado patético incluso para mí. Alrededor de las tres, cuando supuse que Augustus estaría en casa después de clases, entré en el patio y lo llamé. Mientras el teléfono sonaba, me senté en la hierba, estaba toda cubierta de maleza y de dientes de león. Los columpios estaban allí todavía, las malezas creciendo fuera de la zanja que había creado al impulsarme más alto con mis pies cuando era pequeña. Recordé a mi padre trayéndomelos a casa de Toys "R" Us21 y construyéndolos en el patio trasero con un vecino. Él había insistido en balancearse él primero para probarlo, y la maldita cosa casi se rompe. El cielo era gris y bajo, lleno de lluvia pero no llovía todavía. Colgué cuando el buzón de voz de Augustus me atendió y luego dejé el teléfono en la tierra junto a mí y seguí viendo los columpios, pensando que daría todos los días de enfermedad que me quedaban por sólo unos pocos saludables. Traté de decirme que podía haber sido peor, que el mundo no era una fábrica de deseos, que estaba viviendo con cáncer no muriendo de él, que no debería dejar que me matara antes de que me mate, y luego comencé a murmurar estúpida , estúpida , estúpida , estúpida , estúpida una y otra vez hasta que el sonido se desvinculó de su significado. Seguía diciendo eso cuando él devolvió la llamada.
—Hola —dije.
—Hazel Grace —dijo él.
—Hola —dije otra vez.
—¿Estás llorando Hazel Grace?
—¿Mas o menos? _______________________________________
21 To ys “R” Us: Tienda de juguetes.
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—¿Por qué? —preguntó. —Porque yo sólo… quiero ir a Ámsterdam, y quiero que me diga que pasa después de que el libro termina, y no quiero mi vida particular, además el cielo me está deprimiendo, y está este viejo juego de columpio que mi padre hizo para mí cuando era una niña. —Debo ver este viejo juego de columpio inmediatamente —dijo—. Llegaré en veinte minutos. Me quedé en el patio trasero porque mamá siempre estaba realmente sofocante y preocupada cuando estaba llorando, sobre todo porque no lloraba muy seguido, y sabía que ella querría ha b la r y discutir lo que sea que no considerara ajustado a mi medicación, el pensamiento completo de esa conversación me hacía querer vomitar. No es como si tuviera algún recuerdo totalmente conmovedor, o bien iluminado de un padre fuerte empujando a una niña saludable y la niña diciendo má s a lto , má s a lto , má s a lto o algún otro resonante momento metafórico. El juego de columpio sólo estaba puesto ahí, abandonado, los dos pequeños columpios todavía colgando tristes desde un tablón de madera gris, el contorno de los asientos dibujados como la sonrisa de un niño. Detrás de mí, escuché la puerta de vidrio deslizante abrirse, me giré. Era Augustus, vistiendo unos pantalones caqui y una camisa manga corta a cuadros abotonada. Limpié mi cara con la manga y sonreí. —Hola —dije. Le tomó un segundo sentarse en la tierra cerca de mí, e hizo una mueca mientras aterrizó con muy poca gracia en su trasero. —Hola —dijo finalmente. Miré hacia él. Estaba mirando más allá de mí, a través del patio—. Veo tu punto —dijo mientras colocó un brazo alrededor de mi hombro—. Ese es un triste, maldito juego de columpio. Puse mi cabeza en su hombro. —Gracias por ofrecerte a venir.

—¿Por qué? —preguntó.
—Porque yo sólo… quiero ir a Ámsterdam, y quiero que me diga que pasa después de que el libro termina, y no quiero mi vida particular, además el cielo me está deprimiendo, y está este viejo juego de columpio que mi padre hizo para mí cuando era una niña.
—Debo ver este viejo juego de columpio inmediatamente —dijo—. Llegaré en veinte minuto...s. Me quedé en el patio trasero porque mamá siempre estaba realmente sofocante y preocupada cuando estaba llorando, sobre todo porque no lloraba muy seguido, y sabía que ella querría hablar y discutir lo que sea que no considerara ajustado a mi medicación, el pensamiento completo de esa conversación me hacía querer vomitar. No es como si tuviera algún recuerdo totalmente conmovedor, o bien iluminado de un padre fuerte empujando a una niña saludable y la niña diciendo más alto, más alto, más alto o algún otro resonante momento metafórico. El juego de columpio sólo estaba puesto ahí, abandonado, los dos pequeños columpios todavía colgando tristes desde un tablón de madera gris, el contorno de los asientos dibujados como la sonrisa de un niño. Detrás de mí, escuché la puerta de vidrio deslizante abrirse, me giré. Era Augustus, vistiendo unos pantalones caqui y una camisa manga corta a cuadros abotonada. Limpié mi cara con la manga y sonreí.
—Hola —dije. Le tomó un segundo sentarse en la tierra cerca de mí, e hizo una mueca mientras aterrizó con muy poca gracia en su trasero.
—Hola —dijo finalmente. Miré hacia él. Estaba mirando más allá de mí, a través del patio—. Veo tu punto —dijo mientras colocó un brazo alrededor de mi hombro—. Ese es un triste, maldito juego de columpio. Puse mi cabeza en su hombro.
—Gracias por ofrecerte a venir.
—Te das cuenta que tratando de mantener tu distancia de mí no disminuirá mi afecto por ti —dijo.
—¿Supongo? —dije.
—Todos los esfuerzos para salvarme de ti fallarán —dijo él. —¿Por qué? ¿Por qué te gusto siquiera? ¿No has tenido suficiente de esto? —pregunté, pensando en Caroline Mathers. Gus no respondió. Él sólo se aferró a mí, sus dedos fuertes contra mi brazo izquierdo.
—Vamos a hacer algo sobre este maldito juego de columpios —dijo él—. Te digo, es noventa por ciento parte del problema. Una vez que me recuperé, fuimos adentro y nos sentamos en el sofá uno al lado del otro, la laptop en su rodilla, falsa, y la otra mitad en la mía.
—Caliente —dije por la base de la laptop.
—¿Lo es ahora? —Él sonrío. Gus cargó este sitio llamado Free No Catch y juntos escribimos un anuncio. —¿Titulo? —preguntó él.
—“Juego de columpios necesita hogar” —dije. —“Desesperado y solitario juego de columpios necesita un amoroso hogar” —dijo él.
—“Solitario, vagamente pedófilo juego de columpios busca trasero de niños” —dije. Él se rio.
—Ese es el por qué. —¿Qué?
—Ese es el por qué me gustas, ¿Te das cuentas cuan extraño es encontrarse con una chica ardiente que crea un adjetivo de la palabra pedófilo? Estás tan ocupada siendo tú que no tienes idea cuan absolutamente sin precedente eres. Tomé un profundo respiro a través de mi nariz. Ahí nunca habría suficiente aire en el mundo, pero la falta era particularmente aguda en ese momento. Escribimos el anuncio juntos, editando al otro mientras fuera necesario. Al final, concordamos con esto: “ Desesperado y Solitario Juego de Columpios Necesita un Amoroso Hogar Un columpio , muy gastado , pero estructuralmente en buen estado , busca nuevo hogar. Haz recuerdos con tu hijo o hijos a sí algún día el, ella o ellos mirarán a través del patio con un dolor sentimental y tan desesperado como yo lo hice esta tarde. Todo es frágil y fugaz, querido lector, pero con este juego de columpio, tu hijo(os) serán introducidos a los altos y bajos de la vida humana gentilmente y de manera segura, quizás también aprendan la más importante lección de todas: No importa cuán duro golpees, no importa cuán alto llegues, no puedes ir todo el camino de vuelta. El juego de columpio reside cerca de la 83 Sp ring Mill” . Después de eso, encendimos la TV por un tiempo, pero no podíamos encontrar nada que ver, así que agarré Una Aflicción Imperial de la mesa a lado de mi cama y lo traje de regreso a la sala de estar donde Augustus Waters me leyó mientras mamá, hacía un bocadillo, escuchando. —“Los ojos de cristal de la madre girados hacia dentro ” —Augustus empezó. Mientras leía, me enamoré de la manera en que te duermes: lentamente, hasta que finalmente lo haces. Cuando revisé mi correo una hora después, me di cuenta que teníamos muchos pretendientes de donde escoger para el juego de columpio. Al final, elegimos a un hombre llamado Daniel Álvarez quien incluyó una fotografía de sus tres hijos jugando juegos de vídeos con el título sólo quiero que ellos salgan. Le envié un correo en respuesta y le dije que lo recogiera en su tiempo libre. Augustus me preguntó si quería ir con él al grupo de apoyo, pero estaba realmente cansada de mi ocupado día de tener cáncer, así que pasé. Estábamos sentados en el sofá juntos, se empujó hacia arriba para irse pero se dejó caer otra vez en el sofá y furtivamente me dio un beso en la mejilla.
—¡Augustus! —dije.
—Amistosamente —dijo. Se empujó arriba otra vez y se paró realmente esta vez, después tomó dos pasos hacia mi mamá y dijo—: Siempre es un placer verte. —Y mi mamá abrió sus brazos para abrazarlo, con lo cual Augustus se inclinó y besó a mi mamá en la mejilla. Se giró hacia mí y preguntó—: ¿Lo ves?
Fui a la cama justo después de la cena, el BiPAP ahogando el mundo más allá de mi habitación. Nunca vería el juego de columpio otra vez. Dormí por un largo tiempo, diez horas, posiblemente porque la recuperación era lenta y posiblemente porque dormir pelea contra el cáncer y posiblemente porque era una adolescente sin ninguna hora en particular para despertar. No era lo suficientemente fuerte todavía para regresar a clase en el MCC. Cuando finalmente sentí que era hora de pararse, removí la boca del BiPAP de mi nariz, coloqué mi oxígeno apretando el botón de soporte, encendiéndolo y después agarré mi laptop debajo de mi cama, donde la guardé la noche anterior. Tenía un correo de Lidewij Vliegenthart. Querida Hazel, He recibido noticias de los Genios diciendo que estarás visitándonos con Augustus Waters y tu madre empezando el 4 de Mayo. ¡Sólo en una semana! Peter y yo estamos encantados y no podemos esperar para conocerte. Tu hotel, el Filosoof, está a sólo una calle de distancia de la casa de Peter. Quizás deberíamos darte un día para que te acostumbres a la diferencia horaria, ¿Sí? Sólo si lo estimas conveniente, te conoceremos en la casa de Peter la mañana del 5 de mayo y quizás a las diez en punto para una taza de café y para que él responda las preguntas que tienes sobre su libro. ¿Y entonces tal vez luego podamos visitar un museo o la Casa de Ana Frank? Con todos los mejores deseos, Lidewij Vliegenthart Asistente Ejecutivo del Sr. Peter Van Houten, autor de Una Aflicción Imperial
—Mamá —dije. Ella no respondió—. ¡MAMÁ! —grité. Nada. Otra vez, más alto—. ¡MAMÁ! Ella corrió vistiendo una toalla rosada gastada debajo de sus brazos, goteando, vagamente llena de pánico.
—¿Qué ocurre?
—Nada. Lo siento, no sabía que estabas en la ducha —dije. —Bañera —dijo—. Yo sólo estaba… —Ella cerró sus ojos—. Sólo estaba tratando de tomar un baño por cinco segundos. Lo siento. ¿Qué sucede?
—¿Puedes llamar a los Genios y decirles que el viaje se canceló? Acabo de recibir un correo de la asistente de Peter Van Houten. Ella cree que vamos. Ella presionó sus labios y miró más allá de mí.
—¿Qué? —pregunté.
—Se supone que no debo decirte hasta que tu padre llegue a casa. —¿Qué?
—El viaje se hará —dijo finalmente—. La Dra. María nos llamó anoche e hizo un convincente caso que necesitabas vivir tú…
—MAMÁ, ¡TE AMO TANTO! —grité, se acercó a la cama y me dejó abrazarla. Le escribí un mensaje de texto a Augustus porque sabía que estaba en la escuela: ¿Todavía estás libre para el tres de Mayo ? Él respondió inmediatamente. Todo está andando. Waters. Si sólo pudiera quedarme viva por una semana, conocería los secretos no escritos de la mamá de Anna y el hombre del tulipán holandés. Miré hacia mi blusa a mi pecho.
—Mantén tu mierda junta —susurré a mis pulmones

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