sábado, 6 de septiembre de 2014

Bajo la misma estrella: Capitulo 16



CAPITULO 16


Un día típico en las últimas etapas de Gus: Fui a su casa alrededor del mediodía, después de que hubiera comido y vomitado el desayuno. Me encontró en la puerta en su silla de ruedas, ya no era el chico hermoso y musculoso que me miró en el grupo de apoyo, pero todavía medio sonriente, todavía fumando su cigarrillo sin encender, sus ojos azules brillantes y viv...os. Almorzamos con sus padres en la mesa del comedor. Sándwiches de mantequilla de maní y jalea y espárragos de la noche anterior. Gus no comió. Le pregunté cómo estaba sintiéndose.
—Genial —dijo—. ¿Y tú?
—Bien. ¿Qué hiciste anoche?
—Dormí bastante. Quiero escribirte una continuación, Hazel Grace, pero estoy tan malditamente cansado todo el tiempo.
—Simplemente puedes contármela —dije.
—Bueno, voy por mi análisis pre-Van Houten del Hombre Tulipán Holandés. No es un estafador, pero no es tan rico como dejaba ver.
—¿Y qué hay de la mamá de Anna?
—No he establecido una opinión allí. Paciencia, Saltamontes —Augustus sonrió. Sus padres estaban callados, observándolo, nunca alejando la mirada, como si simplemente quisieran disfrutar el espectáculo de Gus Waters mientras éste estuviera en la ciudad—. Algunas veces sueño que estoy escribiendo una biografía. Una biografía que sería lo que me mantiene en los corazones y recuerdos de mí adorado público.
—¿Por qué necesitas un adorado público cuando me tienes a mí? —pregunté.
—Hazel Grace, cuando eres tan encantador y físicamente atractivo como yo, es lo suficientemente fácil conquistar a las personas que conoces. Pero lograr que los extraños te amen… ahora, ese es el truco.
Puse los ojos en blanco. Después del almuerzo, salimos al patio. Él todavía estaba lo suficientemente bien para empujar su propia silla de ruedas, moviendo las ruedas en miniatura para conseguir que las ruedas delanteras se elevaran sobre el bache en la puerta. Todavía atlético, a pesar de todo, bendecido con equilibrio y reflejos rápidos que incluso los abundantes narcóticos no podían enmascarar totalmente. Sus padres se quedaron en el interior, pero cuando miré atrás hacia el comedor, siempre estaban observándonos. Nos sentamos allí afuera en silencio por un minuto y luego Gus dijo:
—A veces deseo que tuviéramos ese columpio.
—¿El de mi patio?
—Sí. Mi nostalgia es tan extrema que soy capaz de extrañar un columpio que mi trasero nunca tocó en realidad.
—La nostalgia es un efecto secundario del cáncer —le dije.
—Nop, la nostalgia es un efecto secundario de morir —contestó. Sobre nosotros, el viento sopló y las sombras de las ramas se reorganizaron sobre nuestra piel. Gus apretó mi mano.
—Es una buena vida, Hazel Grace.
Fuimos adentro cuando él necesitó sus medicamentos, que fueron puestos en él junto con líquido nutricional a través de su sonda de alimentación, un pedazo de plástico que desaparecía en su vientre. Él estuvo quieto por un rato, narcotizado. Su mamá quiso que tomara una siesta, pero él siguió sacudiendo su cabeza cuando ella lo sugería, así que simplemente lo dejamos sentado allí medio dormido en la silla por un rato. Sus padres vieron un viejo vídeo de Gus con sus hermanas, probablemente tenían mi edad y Gus tenía alrededor de cinco. Estaban jugando baloncesto en la entrada de una casa diferente, aun cuando Gus era pequeño, podría driblar como si hubiera nacido haciéndolo, corriendo en círculos alrededor de sus hermanas mientras ellas reían. Era la primera vez que lo veía jugando baloncesto.
—Era bueno —dije.
—Deberías haberlo visto en la secundaria —dijo su papá—. Empezó en el equipo titular como estudiante de primer año. Gus masculló: —¿Puedo ir abajo?
Su mamá y papá llevaron la silla hasta abajo con Gus todavía en ella, rebotando locamente de una manera que habría sido peligroso si el peligro mantuviera su relevancia, y entonces nos dejaron a solas. Él fue a la cama y nos acostamos allí juntos bajo las cobijas, yo sobre mi costado y Gus sobre su espalda, mi cabeza sobre su hombro huesudo, su calor irradiando a través de su camisa polo y hacia mi piel, mis pies enredados con su pie verdadero, mi mano sobre su mejilla. Cuando alcancé su cara con la nariz conmovedoramente cerca por lo que sólo podía ver sus ojos, no pude decir que estuviera enfermo. Nos besamos por un rato y luego nos acostamos juntos escuchando el álbum homónimo de Hectic Glow, y eventualmente nos quedamos dormidos así, un entrelazamiento cuántico de tubos y cuerpos.
Nos despertamos más tarde y arreglamos una armada de almohadas así podíamos sentarnos cómodamente contra el borde de la cama y jugar Contrainsurgencia 2: El Precio del Amanecer. Yo apestaba en eso, por supuesto, pero mi mala forma de jugar era útil para él: le hacía más fácil morir hermosamente, al saltar en frente de una bala de francotirador y sacrificarse por mí, o al menos matar un centinela que acababa de dispararme. Cómo se deleitaba con salvarme. Gritó:
—!No matarás a mi novia hoy, Terrorista Internacional de Nacionalidad Ambigua!
Se me ocurrió fingir un incidente de ahogamiento o algo para que él pudiera hacerme la Heimlich35. Quizás entonces podría librarse de ese miedo de que su vida hubiera sido vivida y perdida sin una utilidad magnífica. Pero entonces lo imaginé siendo físicamente incapaz de hacer la Heimlich, y yo teniendo que revelar que todo era una tetra, y la consiguiente humillación mutua. Es difícil como el infierno aferrarte a tu dignidad cuando el sol saliente es demasiado brillante para tus ojos perdidos, y eso era en lo que estaba pensando mientras cazábamos a los chicos malos a través de las ruinas de una ciudad que no existía. Finalmente, su papá bajó y llevó a Gus arriba, y en la entrada, bajo un Estímulo, diciéndome que Los Amigos Son Para Siempre, me arrodillé para darle un beso de buenas noches. Fui a casa y comí la cena con mis padres, dejando a Gus comer, y vomitar, su propia cena. Después de un poco de televisión, fui a dormir. Desperté. Alrededor del mediodía, fui allí de nuevo.35 Maniobra Heimlic h: También llamada compresión abdominal es un procedimiento de primeros auxilios para desobstruir el conducto respiratorio, normalmente bloqueado por un trozo de alimento o cualquier otro objeto. Es una técnica efectiva para salvar vidas en caso de asfixia por atragantamiento.

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