domingo, 21 de septiembre de 2014

hush, hush: Capitulo 3

 
Capítulo 3
El Entrenador McConaughy se mantuvo ante la pizarra hablando monótonamente sobre algo, pero mi mente estaba lejos de las complejidades de la ciencia. Estaba ocupada formulando razones de por qué Patch y yo no deberíamos ser compañeros y estaba haciendo una lista sobre ellas en la parte trasera de un viejo examen. Tan pronto la clase terminara, le presentaría al Entrenador mis argumentos.... No es cooperador con las asignaturas, escribí. Demuestra poco interés en trabajar en equipo. Pero eran las cosas no enlistadas las que me preocupaban más.
Encontré inquietante la localidad de la marca de nacimiento de Patch y estaba asustada por el incidente en mi ventana la noche anterior. No estaba completamente segura de que Patch me estaba espiando, pero no podía ignorar la coincidencia de que estaba casi segura de que vi a alguien mirando por mi ventana solo horas después de que me encontré con él. El pensar que Patch me está espiando me provocó alcanzar el interior del compartimiento delantero de mi mochila, sacar dos píldoras de hierro de la botella y tragármelas enteras. Por un momento se quedaron atoradas en mi garganta, pero luego lograron bajar.
Por el rabillo del ojo, cacheé a Patch arqueando sus cejas. Consideré explicar que soy anémica y que tengo que tomar hierro varias veces al día, especialmente cuando estoy bajo estrés, pero luego decidí no decir nada. La anemia no era una amenaza contra mi vida… siempre y cuando tomara hierro regularmente. No estaba paranoica hasta al punto de pensar que Patch querría hacerme daño, pero de alguna manera, sentía que era mejor guardar en secreto mi vulnerable condición médica.
— ¿Nora?
El Entrenador se detuvo en el frente del salón, con su mano extendida en un gesto que mostraba que estaba esperando por algo —mi respuesta. — Un suave incendio se abrió camino hasta mis mejillas.
— ¿Podría repetir la pregunta? —Pregunté. La clase rió.
— ¿Qué cualidades te atraen en una potencial pareja? —Dijo el Entrenador con un poco de irritación.
— ¿Una potencial pareja?
—Vamos, que no tenemos toda la tarde.
Podía escuchar a Vee riendo tras de mí. Mi garganta pareció estrecharse.
— ¿Quieres que mencione las características de…?
—De una posible pareja, sí, eso ayudaría bastante.
Sin proponérmelo, miré a Patch de soslayo. Él estaba recostado en su silla, estudiándome con satisfacción. Luego mostró una de sus sonrisas piratas y me dijo por lo bajo, Estamos esperando. Yo puse mis manos sobre la mesa, esperando lucir con más compostura de la que en realidad sentía.
—Nunca he pensado sobre ello.
—Bueno, pues piensa rápido.
— ¿Podrías preguntarle a otro primero?
El Entrenador señaló con impaciencia a mi izquierda.
—Tu turno, Patch.
Contrario a mí, Patch habló con seguridad, posicionó su cuerpo de una manera que quedaba levemente inclinado hacia mí y nuestras rodillas estaban a solo pulgadas de distancia.
—Inteligente. Atractiva. Vulnerable.
El Entrenador estaba ocupado escribiendo los adjetivos en la pizarra.
— ¿Vulnerable? —Preguntó.
— ¿Cómo así…? —Vee habló. — ¿Esto tiene algo que ver con lo que estamos estudiando? Porque en el libro no aparece nada sobre las características deseadas en una pareja.
El Entrenador dejó de escribir y miró sobre sus hombros.
—Todo animal en el planeta atrae a la pareja con el propósito de reproducirse. Los sapos inflaman sus cuerpos. Los gorilas machos golpean su pecho. ¿Alguna vez has visto a una langosta macho levantarse sobre las puntas de sus patas y chasquear sus pinzas, para llamar la atención de la hembra? Atracción es el primer elemento de toda la reproducción animal, incluyendo a los humanos. ¿Por qué no nos da su lista, señorita Sky?
Vee levantó cinco dedos.
—Guapo, rico, indulgente, fieramente protector y un poquito peligroso. —Cada vez que mencionaba una descripción, bajaba un dedo. Patch rió por lo bajo.
—El problema con la atracción humana es que no se sabe si ésta será correspondida.
—Excelente punto —Dijo el Entrenador.
—Los humanos son vulnerables —Continuó Patch —porque son capaces de ser heridos.
Al decir eso, la rodilla de Patch chocó con la mía y yo me alejé porque no me atrevía a permitirme pensar qué quiso decir con ese gesto. El Entrenador asintió.
—La complejidad de la atracción humana —y la reproducción— es una de las cosas que nos apartan de las otras especies. —creí escuchar a Patch bufar, pero fue un sonido muy suave, así que no podía estar muy segura. El Entrenador continuó —Desde el comienzo de los tiempos, la mujer ha sido atraída a hombres con fuertes destrezas de supervivencia —como inteligencia y fuerza física— porque los hombres con esas cualidades tienen más probabilidades de traer a casa cena al final del día. —el levantó sus pulgares y sonrió abiertamente —Cena equivale a supervivencia, equipo.
Nadie rió.
—Además, —Él continuó —los hombres están atraídos por la belleza porque eso indica salud y juventud. No tiene sentido emparejarse con una mujer enfermiza que no durará mucho para criar a los hijos.
El Entrenador acomodó sus gafas en el puente de su nariz y soltó una risa ahogada.
—Eso es tan sexista. —Protestó Vee —Dime algo que se relacione con la mujer del siglo XXI.
—Si observa la reproducción con ojos científicos, señorita Sky, verás que los hijos son la llave de la supervivencia de nuestra especie. Mientras más hijos tengas, mayor es tu contribución para los genes.
Prácticamente escuché a los ojos de Vee ponerse en blanco.
—Creo que finalmente nos estamos acercando al tema de hoy. Sexo.
—Casi. —Dijo el Entrenador, alzando un dedo —Antes del sexo viene la atracción, pero antes de la atracción viene el lenguaje corporal. Tienes que comunicarle a tu potencial pareja que estás interesada, pero debes hacerlo sin muchas palabras.
El Entrenador señaló al lado mío.
—Muy bien, Patch. Digamos que estás en una fiesta. La habitación está llena de chicas de toda clase de formas y tallas. Ves rubias, morenas, pelirrojas y unas cuantas con pelo negro. Algunas son habladoras, mientras que otras parecen tímidas. Has encontrado una chica que encaja con tu perfil: atractiva, inteligente y vulnerable. ¿Cómo le dejas saber que estás interesado?
—La saco aparte y hablo con ella.
—Bien. Ahora la gran pregunta ¿Cómo sabes que ella está interesada o solo quiere que te vayas?
—La estudio. —Dijo Patch —Descubro qué está pensando y sintiendo. Ella no va a decirme las cosas directamente, por lo cual debo prestar mucha atención. ¿Inclina su cuerpo hacia mí? ¿Me mira directo a los ojos y luego mira a otra parte? ¿Se muerde el labio y juega con su pelo de la manera que Nora está haciendo justo ahora?
La risa aumentó en todo el salón. Yo dejé caer mis manos en mi regazo.
—Ella está interesada. —Dijo Patch, dándole otra vez a mi pierna. De todas las cosas que pude hacer, me sonrojé.
— ¡Muy bien! ¡Muy bien! —Dijo el Entrenador con voz cargada y sonriendo abiertamente por nuestra atención.
—Los vasos sanguíneos de la cara de Nora se están ensanchando y su piel se ha acalorado. —Dijo Patch —Ella sabe que está siendo evaluada. A ella le gusta la atención, pero no está segura de cómo lidiar con ello.
—Yo no me estoy sonrojando.
—Ella está nerviosa. —Dijo Patch —Ella está acariciando su brazo para desviar la atención de su cara y llevarla hacia su cuerpo o quizá su piel. Ambos son puntos fuertes de interés.
Yo casi me ahogo. Él está bromeando, me dije a mí misma. No, él está loco. No tengo experiencia lidiando con lunáticos y ahora se ha presentado. Sentí como si hubiera pasado la mayor parte de nuestro tiempo, juntos mirando boquiabierta a Patch. Si tenía alguna ilusión de ponerme a la par con él, iba a tener que encontrar alguna otra manera para lograrlo. Situé mis manos sobre la mesa, puse mi mentón en alto y traté de parecer que aún me quedaba algo de dignidad.
—Esto es ridículo.
Estirando su brazo con exagerada lentitud, Patch lo acomodó en el respaldo de mi silla. Tuve la extraña sensación de que esto era un reto dirigido directamente a mí y que a él le importaba poco lo que la clase pensara. Ellos rieron, pero él pareció no escucharlo, mirándome directamente a los ojos y sosteniendo la mirada de una manera que casi creí que él había creado para nosotros un pequeño y privado mundo que nadie podía alcanzar. Vulnerable, él articuló sin pronunciar palabra. Yo junté mis tobillos a las patas de mi silla y me incliné hacia delante, sintiendo el peso de su brazo caer tras la silla. Yo no era vulnerable.
— ¡Y ahí lo tienes! —Dijo el Entrenador —Biología en marcha.
— ¿Podríamos ahora hablar sobre sexo? —Preguntó Vee.
—Mañana. Lee el capítulo siete y prepárate para discutirlo.
La campana sonó y Patch arrastró su silla hacia atrás.
—Eso fue divertido. Repitámoslo en alguna otra ocasión.
Antes de que pudiera decirle algo menos lamentable que “no gracias”, él se fue detrás de mí y desapareció por la puerta.
—Estoy comenzando una petición para que despidan al Entrenador. —Dijo Vee mientras se acercaba a mi mesa — ¿Qué pasó con la clase de hoy? Esto fue como porno. Prácticamente los acostó a ti y a Patch sobre la mesa de laboratorio, horizontalmente, sin ropa y haciendo el gran acto…
La corté en seco con una mirada que decía, ¿Parezco que quiero que me lo recuerden?
—Cielos. —Dijo Vee retrocediendo.
—Necesito hablar con el Entrenador. Te veré en las taquillas en diez minutos.
—Seguro.
Me abrí camino hacia el escritorio del Entrenador en donde él estaba inclinado sobre un libro de jugadas de baloncesto. A primera vista, todas las X y O parecían como si él hubiera estado jugando al tic—tac—toe.
—Hola, Nora. —Él dijo sin mirar — ¿Qué puedo hacer por ti?
—Estoy aquí para decirte que el cambio de compañeros y el plan de clase me está haciendo sentir incómoda.
El Entrenador se echó para atrás en su silla y puso sus manos detrás de su cabeza.
—Me gusta cómo están acomodados casi tanto como esta nueva jugada que estoy trabajando para el juego del sábado en la noche. Puse justo sobre el libro de jugadas una copia sobre los derechos del código de conducta escolar.
—Por ley, ningún estudiante debería sentirse amenazado en propiedad escolar.
— ¿Te sientes amenazada?
—Me siento incómoda y me gustaría proponer una solución. —Como el Entrenador no me interrumpió, respiré con más seguridad —Seré tutora de cualquier estudiante de cualquiera de sus clases de Biología, si me sientas otra vez junto a Vee.
—Patch podría usar un tutor.
Resistí tronar mis dientes.
—Eso contradice mi punto.
— ¿Lo viste hoy? Él estaba envuelto en la discusión. Nunca lo había escuchado decir ni una palabra en todo el año, pero lo siento a tu lado y bingo. Sus calificaciones aquí van a mejorar.
—Y las de Vee van a empeorar.
—Eso es lo que pasa cuando ya no puedes mirar hacia tu lado para saber la contestación correcta. —Él dijo secamente.
—El problema de Vee es falta de dedicación. Seré su tutora.
—No puedes hacer eso. —Mirando a su reloj, dijo —Llego tarde a una reunión. ¿Tienes algo más que decir?
Me quedé con la boca abierta a medias, escurriendo mi cerebro para que escupiera algún otro argumento, pero parecía que estaba falto de inspiración.
—Vamos a darle un par de semanas al asunto de los compañeros de silla. Ah, y estaba hablando en serio acerca de ser la tutora de Patch. Estoy contando contigo.
El Entrenador no esperó por mi respuesta, comenzó a silbar la tonada de Jeopardy y salió por la puerta. A las siete de la tarde el cielo se puso azul oscuro y subí la cremallera de mi abrigo buscando más calor. Vee y yo salíamos del cine, después de ver El Sacrificio, y nos dirigíamos al estacionamiento. Mi trabajo en el eZine era hacer reseñas de películas, y como ya había visto todas las demás películas en cartelera, nos resignamos a ver lo último del cine urbano.
—Ésa —Dijo Vee —fue la película más grotesca que he visto en mi vida. Como norma, ya no volveremos a ver nada que tenga que ver con terror.
Bien por mí. Estaba comenzando a sentirme un poco paranoica tomando en consideración que anoche alguien estuvo acechando tras la ventana de mi cuarto y a eso le sumamos que hoy vimos una película que trata sobre un acosador.
— ¿Puedes imaginar —Dijo Vee —vivir toda tu vida sin saber que la única razón por la cual sigues con vida es porque serás usada como un sacrificio?
Ambas nos estremecimos.
— ¿Y qué pasa con ese altar? —Ella continuó, sin darse cuenta de que me estaba fastidiando y de que preferiría hablar sobre el ciclo de vida de los hongos antes de hablar sobre la película — ¿Por qué el chico malo prendió la piedra en fuego antes de atarla a ella? Cuando escuché su piel chisporrotear…
— ¡Ya está bien! —Prácticamente grité. — ¿A dónde vamos ahora?
— ¿Y puedo decir que si alguna vez un chico me besa así, vomitaré? Repulsivo ni siquiera describe qué estaba pasando con su boca. ¿Eso era maquillaje, verdad? O sea, nadie tiene una boca así en la vida real…
—Mi reseña tiene que estar lista para la media noche. —Dije parándome frente a ella.
—Ah. Sí. A la biblioteca entonces. —Vee abrió las puertas de su Dodge Neon del 95 color violeta. —Estás siendo demasiado susceptible ¿Lo sabías?
Me deslicé en el asiento del pasajero.
—Culpa a la película. Culpa a Tom el Espía, que estaba anoche en mi ventana.
—No estoy hablando solamente de hoy. He notado —Dijo ella con una mueca traviesa —que durante los últimos dos días has estado inusualmente malhumorada por una buena media hora después de la clase de Biología.
—Eso también es fácil. Culpa a Patch.
Los ojos de Vee se posaron en el espejo retrovisor, lo ajustó para ver mejor sus dientes, los lamió y luego dio una sonrisa practicada.
—Tengo que admitir que su lado oscuro llama mi atención.
Yo no tenía ningún deseo de admitirlo, pero Vee no era la única. Me sentía atraída por Patch de una manera que nunca había sentido por nadie. Entre nosotros había un siniestro magnetismo. Cuando estaba cerca de él me sentía atraída al borde del peligro. Se sentía como si en cualquier momento él podría empujarme por el abismo.
—Escucharte decir eso me hace querer…
Hice una pausa, intentando pensar qué era exactamente lo que nuestra atracción hacia Patch me hacía querer hacer. Algo no placentero.
—Dime que no crees que él es guapo —Dijo Vee —y prometo nunca más hablar de él.
Extendí la mano para encender la radio. Con tantas cosas que hacer, debe haber algo mejor que arruinar nuestra noche hablando abstractamente de Patch. Sentarme una hora al lado de él todos los días, cinco días a la semana, era más de lo que podía soportar. Tampoco le iba a dar mis noches.
— ¿Y bueno? —Presionó Vee. —Él puede ser guapo, pero yo seré la última en saberlo. En esto soy un jurado corrupto, lo siento.
— ¿Qué se supone que significa eso?
—Significa que no soporto su personalidad. Ninguna cantidad de belleza podría arreglar eso.
—No es belleza. Él es… difícil de explicar. Sexy.
Yo puse mis ojos en blanco. Vee sonó la bocina y frenó en seco mientras otro coche se ponía frente a ella.
— ¿Qué? ¿No estás de acuerdo, o es que no es tu tipo?
—No tengo un tipo. —Dije —No soy tan estrecha.
Vee rió.
—Tú, nena, eres más que estrecha. Estás confinada. Hacinada. Tu espectro es tan ancho como uno de los micro—organismos del entrenador. En la escuela hay pocos chicos, si es que hay alguno, de los cuales podrías enamorarte.
—Eso no es cierto. —Dije automáticamente. No fue hasta que lo dije que me pregunté cuán ciertas eran mis palabras. Nunca he estado interesada en nadie. ¿Tan rara era? —No tiene que ver con los chicos, es sobre… amor. No lo he encontrado.
—No se trata de amor. —Dijo Vee —Se trata de divertirse.
Dudosa, junté mis cejas.
—Besar un chico, no sé. No me interesa. ¿Es divertido?
— ¿No has estado prestando atención a la clase de Biología? Es mucho más que besarse.
—Ah. —Dije como si hubiera descubierto el mayor de los conocimientos —La población humana ya está bastante elevada sin tenerme a mí para contribuir a ello.
— ¿Quieres saber quién creo que sería muy bueno en eso?
— ¿Bueno?
—Bueno. —Repitió con una sonrisa indecente.
—No quiero saberlo.
—Tu compañero.
—No lo llames así. —Dije —Compañero tiene una connotación positiva.
Vee acomodó su coche en un espacio cerca de las puertas de la biblioteca y apagó el motor.
— ¿Alguna vez has fantaseado con besarlo? ¿Alguna vez lo has visto de reojo y has imaginado lanzarte y cerrar tu boca con la suya?
Yo la miré con una mirada que deseé que luciera bastante alarmada.
— ¿Tú lo has hecho? —Vee sonrió abiertamente. Traté de imaginar qué haría Patch si supiera esta información. Con lo poco que sabía de él, sentía que su aversión hacia Vee era lo suficientemente concreta como para tocar. —Él no es lo suficientemente bueno para ti.
Ella gimió.
—Cuidado. Solo estás haciendo que lo desee más.
Dentro de la biblioteca ocupamos una mesa en el primer nivel, cerca de la sección de ficción para adultos. Abrí mi ordenador portátil y escribí El Sacrificio, dos estrellas y media. Dos y media era probablemente demasiado bajo, pero tenía tantas cosas en mi mente que no me sentía particularmente equitativa. Vee abrió una bolsa de frituras de manzana.
— ¿Quieres?
—Estoy bien, gracias.
Ella miró a la bolsa.
—Si no te las comes tendré que hacerlo yo, y en realidad no quiero.
Vee estaba en la dieta de frutas. Tres frutas rojas diarias, dos azules y muchas verdes…Ella alzó una fritura y la examinó.
— ¿Qué color? —Le pregunté.
—Verde hazme vomitar. Creo.
Justo en ese momento Marcie Millar, la única estudiante de segundo curso que logró ser porrista en la historia de Coldwater High, se sentó en la esquina de nuestra mesa. Su cabello rojizo estaba recogido en trenzas y, como siempre, su piel estaba cubierta por media botella de maquillaje. Estaba segura de que había acertado en la cantidad de maquillaje porque no se notaban sus pecas. No he vuelto a ver ninguna de sus pecas desde séptimo grado, el mismo año que descubrió Mary Kay. Había tres cuartos de pulgada entre el final de su falda y el comienzo de su ropa interior… si es que llevaba puesto algo.
—Hola talla grande. —Le dijo Marcie a Vee.
—Hola fenómeno. —Le contestó Vee.
—Mi madre está buscando modelos en esta semana. El pago son nueve dólares la hora. Pensé que estarías interesada. —La madre de Marcie maneja el JCPenney local y en los fines de semanas tiene a Marcie y al resto de las porristas desfilando bikinis en las vitrinas que dan a la calle —Se le ha hecho muy difícil conseguir modelos para ropa interior de talla extra grande. —Dijo Marcie.
—Tienes comida atorada en tus dientes. —Vee le dijo a Marcie —En la grieta que hay entre tus dos dientes frontales. Parece como chocolate laxante…—Marcie lamió sus dientes y se bajó de la mesa. Mientras ella se alejaba ostentosamente, Vee —a espaldas de Marcie— metió su dedo en la boca y fingió que se provocaba el vómito.
—Tiene suerte de que estamos en la biblioteca. —Me dijo Vee —Tuvo suerte de que no nos hubiéramos encontrado en un callejón oscuro. Última oportunidad, ¿quieres una fritura?
—Paso.
Vee se fue para tirar las frituras. Minutos más tardes regresó con una novela de romance. Se sentó al lado mío y, mostrando la carátula, dijo.
—Algún día éstas vamos a ser nosotras. Violadas por dos vaqueros medio desnudos. Me pregunto cómo se sentirá besar labios tostados por el sol y manchados de barro…
—Sucio. —Murmuré mientras seguía escribiendo en mi portátil.
—Hablando de sucio. —Y alzó la voz inesperadamente —Ahí está nuestro chico.
Dejé de escribir, miré sobre mi portátil y mi corazón soltó un latido. Patch estaba parado al otro lado de la habitación, haciendo fila para llevarse un libro. Como si él sintiera que lo estaba mirando, se volvió y nuestros ojos se encontraron por tres segundos. Yo fui la primera en mirar a otra parte, pero no sin antes recibir una lenta sonrisa. Mi corazón comenzó a latir erráticamente y me dije a mí misma que me tranquilizara. Yo no iba a seguir por este camino. No con Patch. De ninguna manera, a menos que estuviera loca.
—Vámonos. —Le dije a Vee mientras cerraba mi portátil, lo guardaba y metía mis libros dentro de mi mochila, dejando caer unos cuantos mientras lo hacía. Vee dijo.
—Estoy intentando leer el título del libro que tiene… espera… Cómo ser un Acosador.
—Él no se va a llevar un libro con ese título. —Pero no estaba segura.
—Es eso o Cómo Ser Sexy Sin Intentarlo.
— ¡Shhh! —Silbé entre dientes.
—Cálmate, él no puede escucharnos. Está hablando con la bibliotecaria. Está registrando el libro para llevárselo.
Confirmando esto con una rápida mirada, me di cuenta de que si nos íbamos ahora probablemente nos encontraríamos con él en la salida y entonces tendría que decirle algo. Me acomodé de nuevo en la silla y comencé a buscar en mis bolsillos ninguna cosa en particular mientras él terminaba el proceso del libro.
— ¿Crees que será raro que él esté aquí a la misma vez que nosotras? —Preguntó Vee.
— ¿Tú lo crees así?
—Yo creo que te está siguiendo.
—Yo creo que es una coincidencia. —Esto no era del todo cierto. Si tuviera que hacer una lista de los primeros diez lugares en donde pensaría encontrar a Patch en cualquier noche, la biblioteca no sería uno de ellos. La biblioteca no estaría ni en los primeros cien lugares. Entonces, ¿qué estaba haciendo él aquí? La pregunta era particularmente perturbadora después de lo que pasó anoche. No se lo había mencionado a Vee porque pensaba que se iba a reducir y marchitar en mi memoria hasta que dejara de existir. Punto.
— ¡Patch! —Susurró Vee teatralmente — ¿Estás acosando a Nora?
Yo planté mi mano en su boca.
—Deja eso y lo digo en serio. —Le dije adoptando una expresión severa.
—Apuesto a que te está siguiendo. —Dijo Vee apartando mi mano —Apuesto a que ya tiene un historial en esto. Apuesto a que ha tenido órdenes de alejamiento. Deberíamos colarnos en la oficina, podría estar todo en su archivo estudiantil.
—No nos vamos a meter en la oficina.
—Yo podría crear alguna distracción. Soy buena en eso. Nadie te vería entrando. Podríamos ser como espías.
—Nosotras no somos espías.
— ¿Sabes cuál es su apellido? —Preguntó Vee.
—No.
— ¿Sabes algo sobre él?
—No, y me gustaría mantenerlo así.
—Ay, vamos. Te encantan los misterios y éste no podría ser mejor.
—Los mejores misterios están relacionados con cadáveres. No tenemos un cadáver.
— ¡Todavía! —Chilló Vee.
Saqué de la botella dos píldoras de hierro y me las tragué. Después de las nueve y treinta, Vee estaba entrando en la carretera de su casa, apagando el motor y sacudiendo las llaves enfrente de mí.
— ¿No me vas a llevar a casa? —Le pregunté. Una pérdida de aliento porque ya sabía qué iba a responder.
—Hay neblina.
—Neblina parcial.
Vee sonrió abiertamente.
—Ay, niña. Estás pensando en él. No te culpo. Personalmente, espero soñar con él esta noche. Y la neblina siempre se pone peor cerca de tu casa. —Continuó Vee —Me asusta cuando ya es de noche.
Agarré las llaves.
—Muchas gracias.
—No me culpes. Dile a tu madre que se mude más cerca. Dile que existe este nuevo club llamado civilización y ustedes podrían unirse.
—Supongo que mañana te tengo que recoger para ir a la escuela. ¿Cierto?
—A las siete y media estaría bien. Haré el desayuno.
—Más vale que sea bueno.
—Sé buena con mi bebé. —Ella acarició el dash del Neon —Pero no demasiado buena. No quiero que piense que hay alguien mejor que yo.
Mientras conducía a mi casa, me permití pensar un poco en Patch. Vee tenía razón, algo en él era increíblemente seductor y también increíblemente espeluznante. Mientras más pensaba en ello, más me convencía de que algo en él era… extraño. El hecho de que a él le gustara contrariarme no era exactamente algo nuevo, pero había una diferencia cuando a molestarme en la clase se le suma el que posiblemente me esté siguiendo a la biblioteca para contrariarme aún más. No mucha gente se tomaría tantas molestias… a menos que tenga una muy buena razón. A mitad de camino, la lluvia comenzó a caer, dividiendo mi atención entre el camino y el volante, mientras intentaba localizar los, limpia parabrisas.
Las luces de la calle comenzaron a parpadear y me pregunté si se avecinaba alguna tormenta más fuerte. El clima cambia constantemente estando tan cerca del océano y un aguacero puede rápidamente convertirse en una inundación. Decidí acelerar el Neon. Las luces de afuera volvieron a parpadear. Una sensación fría recorrió mi nuca y se me puso la piel de gallina. Mi sexto sentido gradualmente se puso en alerta máxima. Me pregunté si pensaba que estaba siendo perseguida. Por mi retrovisor no veía ninguna luz y al frente tampoco había ningún coche. Estaba completamente sola. No era un pensamiento muy reconfortante. Aceleré el coche a cuarenta y cinco. Encontré los, limpia parabrisas, pero aunque estaban a velocidad máxima, no podían contra la pesada lluvia.
La luz del semáforo que estaba más al frente cambió a amarillo. Me detuve lentamente, verifiqué que no hubiera tráfico y luego atravesé la intersección. Escuché el impacto antes de que registrara la oscura silueta deslizarse a través del techo del coche. Grité y frené en seco. La silueta dio un golpazo contra el parabrisas y lo agrietó. Por impulso, moví el volante bruscamente hacia la derecha. La parte trasera del Neon patinó, haciéndome dar vueltas en la intersección. La silueta dio vueltas y desapareció en el borde del techo. Yo estaba aguantando la respiración, apretando el volante entre los nudillos blancos de mis manos. Levanté mis pies de los pedales y el coche se detuvo. Él estaba agachado a poca distancia, observándome. Él no parecía para nada… herido. Estaba vestido completamente de negro y se confundía con la noche, haciendo difícil ver cómo era. Al principio no pude distinguir ningún rasgo facial y luego me di cuenta de que llevaba puesta una máscara de esquiar. Él se paró y aminoró la distancia entre ambos. Plantó su mano en el cristal de la ventana del conductor y nuestros ojos se encontraron a través de los agujeros de su máscara. Una sonrisa letal pareció crecer en los suyos. Nuevamente aporreó el cristal y éste vibró entre nosotros. Arranqué el coche, intenté sincronizarlo poniendo el cambio en primera, apretando el pedal de gasolina y soltando el embrague. El motor hizo el intento de prender, pero luego se volvió a apagar. Arranqué el motor una vez más, pero estaba distraída por un gemido metálico y desentonado. Observé con horror cómo la puerta comenzaba a arquearse. Él la estaba arrancando. Con fuerza, puse la palanca de cambio en primera. Mis zapatos resbalaban en los pedales. El motor comenzó a gruñir y el contador de revoluciones subió hasta la zona roja. Su puño atravesó la ventana con una explosión de vidrios. Su mano pasó torpemente por mi hombro y luego se aferró a mi brazo. Lancé un ronco grito, pisé fuerte el pedal de gasolina y me liberé de su agarre. El Neon comenzó a moverse haciendo chillidos. Él por un tiempo se mantuvo corriendo al lado del coche y agarrando mi brazo, pero luego me soltó. Aceleré más actuando bajo los efectos de la adrenalina. Miré por el espejo retrovisor para asegurarme de que él no me estaba siguiendo y luego giré el espejo para que diera a otra parte. Tuve que morderme los labios para evitar sollozar.

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