sábado, 13 de septiembre de 2014

Bajo la misma estrella: Capitulo 25 (ultimo capitulo)


                                       CAPITULO 25


Desperté a la mañana siguiente con pánico porque había soñado con estar sola y sin un bote en un gran lago. Me erguí en la cama, tensionándome contra el BiPAP, y sentí el brazo de mi mamá sobre mí.
—Hola, ¿estás bien?
Mi corazón se aceleró, pero asentí. ...
Mamá dijo—: Kaitlyn está al teléfono para hablar contigo. Señalé mi BiPAP. Me ayudó a quitármelo y me conectó a Philip y finalmente tomé el celular que tenía mi mamá y dije:
—Hola, Kaitlyn.
—Sólo llamaba para revisar —dijo—, ver como estabas.
—Sí, gracias —dije—, me está yendo bien.
—Tú sólo tienes la peor suerte, querida. Es inaceptable.
—Supongo —dije. Ya no sigo pensando en de mi suerte de una forma u otra. Honestamente, En realidad no quería hablar con Kaitlyn acerca de nada, pero ella seguía trayendo la conversación.
—Así que, ¿cómo es? —preguntó.
—¿Tener a tu novio muerto? Um, apesta.
—No —dijo—. Estar enamorada.
—Oh —dije—Oh, era… era lindo pasar el tiempo con alguien tan interesante. Éramos muy diferentes, y estábamos en desacuerdo en demasiadas cosas, pero él siempre era tan interesante, ¿sabes?
—Desgraciadamente, no lo sé. Los chicos con los que estoy familiarizada no son muy interesantes.
—Él no era perfecto o algo parecido. No era un Príncipe Encantador de cuento de hadas o lo que sea. Trataba de ser así algunas veces, pero me gustaba más cuando esas cosas desaparecían.
—¿Tienes algún tipo de álbum con sus fotos y las cartas que él escribió?
—Tengo algunas fotografías, pero en realidad él nunca me escribió cartas. Excepto, bueno hay algunas páginas perdidas de su cuaderno que podrían haber sido para mí, pero supongo que él las tiró, o las perdió, o algo.
—Tal vez te las envió por correo —dijo.
—Nah, ya hubieran llegado.
—Entonces, tal vez no estaban escritas para ti —dijo—. Tal vez… quiero decir, no quiero deprimirte o algo parecido, pero tal vez él las escribió para alguien más y las envió por correo…
—¡VAN HOUTEN! —grité.
—¿Estás bien? ¿Tosiste?
—Kaitlyn, te amo. Eres un genio. Tengo que irme.
Colgué, me di la vuelta, buscando mi laptop, la encendí, y le envié un correo electrónico a lidewij.vliegenthart. Lidewij, Creo que Augustus Waters te envió unas pocas páginas de un cuaderno para Peter Van Houten, poco antes de que él, Augustus, muriera. Es muy importante para mí que alguien lea estas páginas. Quiero leerlas, por supuesto, pero tal vez no fueron escritas para mí. Independientemente, deben ser leídas. Deben serlo. ¿Puedes ayudarme? Tú amiga, Hazel Grace Lancaster Ella respondió esa tarde. Querida Hazel, No sabía que Augustus había muerto. Estoy muy triste de escuchar esas noticias. Él era un joven tan carismático. Lo siento tanto, y estoy tan triste. No he hablado con Peter desde que renuncié ese día que nos conocimos. Es muy tarde en la noche aquí, pero iré a su casa a primera hora del día para encontrar esa carta y forzarlo a leerla. Usualmente, las mañanas son su mejor momento. Tú amiga, LidewijVliegenthart P.D. Llevaré a mi novio en caso de que tenga que sujetar físicamente a Peter. Me pregunté por qué él le había escrito a Van Houten en esos últimos días en vez de a mí, diciéndole a Van Houten que sería redimido si sólo me diera mi secuela. Tal vez las páginas del cuaderno sólo habían repetido su solicitud a Van Houten. Tenía sentido, Gus aprovechando su terminalidad para hacer mi sueño realidad: La secuela era una pequeña cosa para morir, pero era la cosa más grande que quedaba a su disposición. Refresqué mi correo electrónico continuamente esa noche, dormí por unas pocas horas, y luego comencé a refrescar alrededor de las cinco de la mañana. Pero nada llegó. Traté de ver la televisión para distraerme, pero mis pensamientos me seguían arrastrando hacia Ámsterdam, imaginando a Lidewij Vliegenthart y a su novio en bicicleta por la ciudad en esta loca misión para encontrar la última correspondencia de un niño muerto. Qué divertido sería rebotar en la parte trasera de la bicicleta de Lidewij Vliegenthart en las calles de ladrillo, su cabello rizado y rojizo flotando sobre su cara, el olor de los canales y el humo del cigarro, diciendo sus r’s y sus g's en formas que nunca iba a aprender. Echaba de menos el futuro. Obviamente sabía incluso antes de que decayera que nunca envejecería con Augustus Waters. Pero pensar acerca de Lidewij y su novio, me hacía sentir robada. Probablemente 245 nunca volvería a ver el océano desde treinta mil pies de altura, tan lejos que no podías distinguir las ondas de las olas o los barcos, de modo que el océano es un gran monolito sin fin. Lo podía imaginar. Podía recordarlo. Pero no podía verlo otra vez, y se me ocurrió que la ambición voraz de los seres humanos nunca se sacia con los sueños hechos realidad, porque siempre existe la idea de que todo puede hacerse mejor y otra vez. Eso es probablemente cierto, incluso aunque vivas hasta los noventa años, aunque estoy celosa de las personas que se llegan a enterar de esto. Por otra parte, ya había vivido el doble que la hija de Van Houten. Qué no hubiera dado él por tener a un niño que muriera a los dieciséis años. De repente mamá estaba parada entre la televisión y yo, sus manos cruzadas detrás de la espalda.
—Hazel —dijo. Su voz era tan seria que pensé que algo podría estar mal.
—¿Si?
—¿Sabes qué día es hoy?
—No es mi cumpleaños, ¿o lo es?
Ella se echó a reír.
—Todavía no. Es catorce de Julio, Hazel.
—¿Es tú cumpleaños?
—No…
—¿Es el cumpleaños de Harry Houdini?
—No…
—Estoy realmente cansada de adivinar.

—¡ES EL DÍA DE LA BASTILLA40! —Sacó sus brazos de detrás de su espalda, sacando dos pequeñas banderas de plástico de Francia y sacudiéndolas entusiastamente.
—Eso suena como una cosa falsa. Al igual que el día de concientización contra el cólera.
—Te aseguro, Hazel, que no hay nada falso acerca del día de la Bastilla. ¿Sabías que doscientos veintitrés años atrás, el pueblo de Francia irrumpi...
ó en la prisión de la Bastilla para armarse y pelear por su libertad?
—Vaya —dije—. Debemos celebrar este aniversario trascendental.
—Da la casualidad de que acabo de programar un día de campo con tú papá en el parque Holliday.
Mi mamá, ella nunca paraba de intentar. Me empujé contra el sofá y me levanté. Juntas, improvisamos algunos sándwich y encontramos una canasta polvorienta en el closet del pasillo. Era una especie de día hermoso, finalmente un verdadero verano en Indianápolis, cálido y húmedo, la clase de clima que recuerda después de un largo invierno que aunque el mundo no fue construido para los humanos, nosotros fuimos construidos para el mundo. Papá estaba esperando por nosotras, usando un traje marrón, de pie en un lugar de estacionamiento para discapacitados escribiendo en su celular. Nos hizo un gesto con la mano y luego me abrazó.
—Qué día —dijo—. Si viviéramos en California, todos serían como este.
—Sí, pero entonces no los disfrutarías —dijo mi mamá. Ella estaba equivocada, pero no la corregí.
Terminamos poniendo nuestra manta por las Ruinas, este rectángulo extraño de Ruinas Romanas establecidas en medio de un campo en Indianápolis. Pero no eran ruinas reales: Eran como una recreación escultural de las ruinas construida hace ochenta años, pero las Ruinas falsas han sido demasiado descuidadas, así que actualmente se han convertido en ruinas reales por accidente. A Van Houten le gustarían las ruinas. A Gus también. Así que nos sentamos en la sombra de las ruinas y comimos un pequeño almuerzo.
—¿Necesitas protector sol? —preguntó mamá.
—Estoy bien —dije. Se podía oír el viento en las hojas, y en ese viento viajaban los gritos de los niños en el patio de juego a la distancia, los pequeños niños tratando de entender cómo vivir, cómo navegar en un mundo que no fue construido para ellos, navegando en un patio de juego que lo era. Papá me vio observar a los niños jugar y dijo: —
¿Extrañas correr así?
—Algunas veces, supongo —pero eso no era lo que estaba pensando. Sólo estaba tratando de notar todo: la luz en las ruinas estropeadas, este niño pequeño que apenas podía caminar descubriendo un palo en una esquina del patio de juegos, mi madre infatigable poniendo mostaza en zigzag a su sándwich de pavo, mi papá dándole palmaditas con la mano a su bolsillo sobre su celular resistiendo la tentación de checarlo, un chico lanzando un Frisbee a su perro que corría bajo él, lo atrapaba y lo regresaba. ¿Quién soy yo para decir que estas cosas no serán para siempre? ¿Quién es Peter Van Houten para afirmar como un hecho que la conjetura de nuestro trabajo es temporal? Todo lo que sé del cielo y todo lo que sé de la muerte está en este parque: un elegante universo en movimiento incesante, lleno de ruinas arruinadas y niños gritando. Mi papá estaba moviendo su mano frente a mi cara. —Sintoniza, Hazel. ¿Estás ahí?
—Lo siento, sí. ¿Qué?
—¿Mamá sugirió que fuéramos a ver a Gus?
—Oh, sí —dije. Así que después de almorzar, nos dirigimos al cementerio Crown Hill, el último lugar de descanso de tres vicepresidentes, un presidente, y Augustus Waters. Fuimos en automóvil hasta la colina y estacionamos. Automóviles rugieron tras nosotros en la calle treinta y ocho. Era fácil encontrar su tumba: era la más nueva. La tierra aún se amontonaba encima de su ataúd. Sin lápida todavía. No sentí como que él estuviera ahí o algo, pero aun así tomé una de las tontas banderas pequeñas francesas y la enterré en el piso al pie de su tumba. Tal vez los transeúntes pensarían que era un miembro de la Legión Extranjera Francesa o algún héroe mercenario. Lidewij finalmente respondió poco después de las seis p.m. mientras estaba en el sofá mirando tanto la televisión como vídeos en mi laptop. Inmediatamente vi que había cuatro archivos adjuntados en el correo electrónico, y los quise abrir primero, pero resistí la tentación y leí el correo. Querida Hazel, Peter estaba muy intoxicado cuando llegamos a su casa esta mañana, pero esto hizo nuestro trabajo de alguna manera más fácil. Bas, mi novio, lo distrajo mientras yo busqué entre la bolsa de basura donde Peter tiene todos los correos de sus seguidores, pero entonces me di cuenta que Augustus conocía la dirección de Peter. Había una larga pila de correo en la mesa de su comedor, donde encontré la carta muy rápido. La abrí y vi que estaba dirigida a Peter, así que le pedí que la leyera. Se negó
En este punto, me puse realmente furiosa, Hazel, pero no le grité. En su lugar, le dije que se lo debía a su hija muerta, leer esta carta de un chico muerto, y le entregué la carta y él la leyó toda y dijo, y lo cito: “Envíasela a la chica y dile que no tengo nada que añadir”. No leí la carta, aunque mis ojos sí cayeron en algunas frases mientras escaneaba las páginas. Las he adjuntado aquí y luego las enviaré por correo a tu casa; ¿tu dirección es la misma? Hazel, que Dios te bendiga y te guarde. Tú amiga, Lidewij Vliegenthat Hice clic para abrir los cuatro archivos adjuntos. Su escritura era desordenada, inclinada a través de la página, el tamaño de las letras variaba, el color del lapicero cambiaba. Lo había escrito durante muchos días en diferentes grados de conciencia. Van Houten, Soy una buena persona, pero un escritor de mierda. Tú eres una persona de mierda, pero un buen escritor. Hacemos buen equipo. No quiero pedirte ningún favor, pero si tienes tiempo, y por lo que vi tienes demasiado, me estaba preguntando si puedes escribir un elogio para Hazel. Tengo notas y todo, pero si tan sólo pudieras convertirlo en un todo coherente, o ¿lo que sea? O incluso sólo decirme que debería decir diferente. Aquí está la cosa sobre Hazel: Casi todo el mundo está obsesionado con dejar una huella en el mundo. Dejar un legado. Vencer a la muerte. Todos queremos ser recordados. Yo también lo quiero. Eso es lo que más me molesta, ser otra víctima olvidada y sin gloria de la antigua guerra contra la enfermedad. Quiero dejar una marca. Pero Van Houten: Las marcas que los humanos dejan también son muy a menudo cicatrices. Tú construiste un horrible y pequeño centro comercial para iniciar un golpe de estado o tratar de convertirte en una estrella de rock y piensas, “Ellos me recordarán ahora”, pero (a) ellos no te recuerdan, y (b) todo lo que dejas atrás son más cicatrices. Tú golpe de estado se convierte en una dictadura. Tú pequeño centro comercial se convierte en una lesión. Bien, tal vez no soy un escritor de mierda. Pero no puedo poner todas mis ideas juntas, Van Houten. Mis pensamientos son estrellas que no puedo unir en constelaciones.
Somos como un montón de perros rociando las bocas de incendio41. Envenenamos el agua subterránea con nuestra orina tóxica, marcando todo con MÍO en un intento ridículo por sobrevivir a nuestras muertes. No puedo parar de mear en las bocas de incendio. Sé que es tonto e inútil, épicamente inútil en mi estado actual, pero soy un animal como cualquier otro. Hazel es diferente. Ella camina ligera, viejo. Camina ligera sobre la tierra. Hazel conoce la verdad: Somos tan propensos a dañar el universo como lo somos para ayudarlo, y no estamos dispuestos a hacer lo uno o lo otro. La gente dirá que es triste que ella deje una cicatriz menor, que pocos la recordarán, que fue amada profundamente, pero no ampliamente. Pero no es triste, Van Houten. Es triunfante. Es heroico. ¿Ese no es el verdadero heroísmo? Como los doctores dicen: Primero, no hacer daño. De todas formas los héroes reales no son las personas haciendo cosas: los héroes reales son las personas NOTANDO las cosas, prestando atención. El hombre que inventó la vacuna contra la viruela actualmente no inventó algo. Simplemente se dio cuenta que a las personas con viruela bovina no les daba viruela. Después de mi estudio PET42, me metí dentro de la UCI y la vi mientras estaba inconsciente. Y sólo camine detrás de una enfermera con una placa y fui y me senté a su lado como por diez minutos antes de que me atraparan. Realmente pensé que iba a morir antes de que pudiera decirle que yo también iba a morir. Fue brutal: la incesante y mecanizada plática de los cuidados intensivos. Ella tenía esa agua de cáncer oscura que goteaba de su pecho. Ojos cerrados. Intubada. Pero su mano era aún su mano, todavía caliente y sus uñas pintadas con este barniz casi negro azul oscuro, y sólo sostuve su mano y trate de imaginar el mundo sin nosotros, y por un segundo fui una persona lo suficiente buena para esperar que ella muriera, así nunca se enteraría que yo también iba a morir. Pero entonces quería más tiempo para que pudiéramos enamorarnos. Tuve mi deseo, supongo. Deje mi cicatriz. Un enfermero vino y me dijo que me tenía que ir, que los visitantes no estaban permitidos, y le pregunté si ella iba a estar bien, y el chico dijo: “Ella sigue enfrentándose al agua”. Una bendición del desierto, una maldición del océano. ¿Qué más? Ella es tan hermosa. No te cansas de verla. Nunca te preocupas si es más inteligente que tú: sabes que lo es. Es graciosa sin querer serlo. La amo. Soy tan afortunado de amarla, Van Houten. No puedes escoger si serás lastimado en este mundo, viejo, pero si puedes decidir quién te lastima. Me gustan mis decisiones. Deseo que a ella le gusten las suyas. Lo hago, Augustus. Lo hago.

                                                   FIN.

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