lunes, 8 de septiembre de 2014

Bajo la misma estrella: Capitulo 17

                                     CAPITULO 17

 

Una mañana, un mes después de haber regresado a casa de Ámsterdam, manejé a su casa. Sus padres me dijeron que aún seguía durmiendo abajo, así que golpeé fuerte la puerta del sótano antes de entrar, luego pregunté: —¿Gus? Lo encontré murmurando en un lenguaje de su propia creación. Se había orinado en la cama. Fue horrible. De verdad, ni siquiera podía mirar. Sólo... grité a sus padres que bajaran, y fui arriba mientras lo limpiaban. Cuando bajé, estaba despertando lentamente de los narcóticos del desesperante día. Arreglé las almohadas para que así pudiéramos jugar Contrainsurgencia en el desnudo colchón sin sabanas, pero él estaba tan cansado y tan fuera de eso que casi apestó tanto como yo, y no duramos ni cinco minutos antes de que ambos estuviéramos muertos. Ninguna muerte heroica y elegante, tampoco, solo unas sin importancia. Realmente no le dije nada. Casi quería que él se olvidara de que yo estaba allí, creo, y estaba esperando que él no recordara que encontré al chico que amo trastornado en una amplia piscina de sus propios orines. Seguía medio esperando que me mirada y dijera
—:Oh, Hazel Grace. ¿Cómo llegaste aquí?
Pero desafortunadamente, lo recordaba.
—Con cada minuto que pasa, estoy desarrollando una profunda apreciación de la palabra mortificado —dijo finalmente.
—Me he orinado en la cama, Gus, créeme. No es gran cosa. —Solías —dijo, y luego tomó una cortante respiración—, llamarme Augustus.
—Sabes —dijo luego de un momento—, es una cosa de niños, pero siempre pensé que mi obituario estaría en todos los periódicos, que tendría una historia digna de ser contada. Siempre había tenido esta secreta sospecha de que era especial.
—Lo eres —le dije. —Sin embargo, sabes a lo que me refiero —dijo Sabía lo que quería decir. Es sólo que no estaba de acuerdo.
—No me importa si el New York Times escribe un obituario para mí. Sólo quiero que tú escribas uno —le dije—, dices que no eres especial porque el mundo no sabe de ti, pero eso es insulto hacia mí. Yo sé sobre ti.
—No creo que voy a poder escribir tu obituario —dijo, en vez de disculparse. Estaba frustrada con él.
—Sólo quiero ser lo suficiente para ti, pero nunca pude serlo. Esto puede no ser lo suficiente para ti. Pero esto es todo lo que tienes. Me tienes a mí, a tu familia, y a este mundo. Esta es tu vida. Siento mucho si apesta. Pero no vas a ser el primero hombre en Marte, y no vas a ser una estrella de la NBA, y no vas a cazar Nazis. Quiero decir, mírate, Gus. —No respondió—. No quise… —empecé
—Oh, sí quisiste —me interrumpió. Empecé a disculparme y él dijo—: Tienes razón. Sólo juguemos. Así que solamente jugamos.

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